Siempre la culpa es de otro, nunca nuestra ¿verdad? Es uno de esos reflejos que desarrollamos/nos enseñan desde pequeños -uno no sabe muy bien porque y/o como- de evadir la responsabilidad y/o echar la culpa de nuestros males a otros.
A lo largo de los años y bajo la influencia de mi “correcta”, “decidida” y “como-se-pasa-¿no?” madre, intento desmarcarme de esta actitud y asumir las consecuencias de mis actos.
Ha sido un aprendizaje duro del que guardo como “traumas”/heridas de batalla...
Caso 1 (lección casi aprendida)
Con ocho años y como otro niño cualquiera me pasaba la tarde jugando… Mi madre me pregunta si he hecho los deberes a lo que respondo que si... (no recuerdo nunca a mi madre cuestionando o revisando mis deberes... alguna que otra ayuda si se lo pediamos pero control ninguno). Suena el despertador la mañana siguiente y yo con todo el drama fingido que un niño puede interpretar alego que me duele el estómago, me encuentro mal y que no puedo ir al colegio. Mi madre ignora mi "dolor" y muy tranquilamente me dice que no pasa nada, que entiende que no haya hecho los deberes y que me quiera escaquear, pero de eso nada, ni hablar. Me hizo levantarme, vestirme y me dijo sencillamente que antes de entrar a clase hablara con la profesora, que le dijera que me había distraído y que no había hecho los deberes. Seguro que ella lo entendería pero que claro que no podía volver a pasar. (todo eso con la reglamentaria charla de que uno tiene que ser responsable de sus actos y de que si asumes las consecuencias no pasa nada, siempre puedes rectificar, aprender de los errores etc…) Con la cara gacha y rojo como un tomate hice lo mandado por la madre… mi profesora muy maja se sorprendió de mi honestidad y no me “castigó” bajo la condición claro está que no volvería a pasar… sobra decir que nunca más dejé los deberes sin hacer
Caso 2 (trauma total – que vergüenza que pasé)
Unos años después… me apunté a clases de piano. Estudiar y ensayar una y otra vez escalas me resultaba muy aburrido y es que yo para las cosas que necesitaban constancia, paciencia y repetición he sido más bien malo. Así que iba aplazando lo de “estudiar” hasta el sábado por la mañana día al que debía de acudir a clase. Ya sin “mentiras” le digo a mi madre que no he “estudiado” y que llame a la profesora para decirle que no iba a ir. De nuevo “ni hablar” e introducción de otro elemento “educativo”… dado que mi madre me recuerda que mi profesora ha organizado tanto su día como (muy importante) sus finanzas contando con que yo acudiera a clase y que yo no soy quien para jugar con la programación de nadie sin un motivo real... Repetimos solución mencionada en caso 1… debía acudir a casa de Lila, explicarle que no había hecho mis deberes y proponer dedicar la “clase” a estudiar con ella. Recuerdo hacer el camino de mi casa a casa de Lila repasando el cómo decírselo… y es que Lila era otro cantar… al soltarle yo la verdad (mirando al suelo la cara roja) ella me mandó de vuelta a casa (más abatido y avergonzado que nunca, dado que ahora encima le tenía que explicar a mi madre lo que Lila me había dicho)... y es que Lila muy amablemente pero sin cortarse me dijo que no entendía lo que hacía acudiendo a clase sin haber estudiado, que porque le hacía perder el tiempo así, recordandome que su función era enseñar y no verme practicar… aprender lo enseñado era puramente cosa mía… que por mucho que estudiaramos juntos y que ella me lo enseñara una y otra vez si no lo aprendía yo a base de práctica no haciamos nada... En el caso del piano terminé el año a regañadientes y lo dejé. No obstante lección aprendida…
Así pues es como voy por la vida (hubo y hay algun que otro caso pero ya quedan para otra ocasión) asumiendo las consecuencias de mis actos disfrutando de éxitos y/o fracasos por los que en la mayoría de los casos soy el que tiene toda la culpa y/o mérito sin dejar de reconocer claro el labor de los que me ayudan en el camino :-) -a veces me volvía muy posesivo con mis “resultados”... que recuerdo siempre defenderlos ante mi padre que disfrutaba sumándose a mis éxitos (Hemos aprobado la selectividad…) y se desmarcaba de mis fracasos (¿Cómo que has suspendido en Historia Europea?)
No obstante en el camino se te van pegando algunas que otras tendencias de echar la culpa a los demás… así que hoy que tengo el cuerpo dolorido por la falta de ejercicio, la culpa no es mía por no haber sido constante o tener la fuerza de voluntad de mantener mi cuerpo en forma no, no, no...
La culpa es de Rita, mi monitora de gimnasio que -mu maja ella- se ha propuesto a “matarme” con las rutinas que me ha puesto
Es suya la culpa… la culpa es de Rita… yo estaba tan feliz y sin dolores musculares ni agujetas hasta que apareció ella en mi vida...
desde aquí -aunque no me lee, creo- un abrazo para ella que le ha tocado estar también dolorida hoy al verse implicada en un accidente de tráfico que le ha fastidiado algo la rodilla, pero esperemos que no sea nada grave y que vuelva pronto ... para que yo tenga además a quien echar la culpa...