29 septiembre, 2009

Platero I


Platero salió fuera y el aire algo salado le golpeó con fuerza. El sol todavía no había salido y hacía mucho frío. En su walkman sonaba el casete que había preparado para llevarle; Depeche Mode Stripped... que ganas tenía de verle desnudo, de sentir su cuerpo calido contra el suyo. Se sentó en un banco, apoyó el walkman en la mesa de madera de la cubierta, encendió un cigarrillo y casi sin darse cuenta saco sus llaves y grabó sobre la madera “TE QUIERO”. Tenía una extraña sensación que algo iba mal, muy mal; siempre tenía esa sensación, era superior a él, no se fiaba del mundo que le rodeaba y aunque no tenía porqué, tampoco se fiaba de su chico.
Estaba convencido de que su chico le engañaba, estaba seguro; todas estas horas que no estaban juntos sabía que su chico se refugiaba en otros brazos... y eso le volvía loco. El también lo hacía... no sabia muy bien porque... tenía una facilidad de atraer a chicos y a entregarse al placer con ellos. No se sentía culpable, solo hacía lo que su amado hacía. Solo quería estar preparado para escupirle en la cara "yo también te engañé" en el momento que sus sospechas se confirmasen. No sentía que le engañaba. Nadie le hacia sentir como él, con nadie disfrutaba más que con él, nunca había sentido amor con los demás, casi siempre cerraba los ojos y imaginaba que estaba con él mientras estaba con otro.
De repente se preguntó que hacía su soldado en este momento; ¿estaría durmiendo, o de guardia pensando en él, tal como le decía en sus cartas, o estaría duchándose en el cuartel entre los demás soldados desnudos intercambiando miradas lascivas? Sintió como la rabia y el sentimiento de estar siendo engañado crecía en su interior... incluso una simple mirada de admiración hacia cualquiera que no fuera él, era una traición.
Try walking in my shoes sonaba en sus oídos y suspiró suplicando que él pudiera entender como se sentía, que encontrase la manera de librarle de sus dudas. Sabía... lo sabía que sus obsesiones infundadas acabarían con esta relación, sabía que era imposible e injusto aislarle del mundo pero es que su chico le parecía tan guapo, tan inteligente, tan perfecto que estaba seguro que el mundo entero estaba rendido a sus pies, que bastaría con una simple sonrisa suya y cualquiera se lanzaría a sus brazos... se lo imaginó de nuevo abrazando a otro y sus ojos se llenaron de lagrimas... estaba paranoico... otra vez...
Terminó el cigarrillo, se despojó de esos pensamientos y se apoyo en la barandilla del barco. Miró como se alejaba del puerto. Iban a ser 12 horas de viaje, un viaje largo que se le presentaba interminable y solo podria verle y abrazarle durante unas escasas 3 horas, pero merecía la pena. Llevaban 35 días que no se veían y su cuerpo se estremecía anticipando sus caricias. Sintió un ligero mareo y empezó a reír (dentro de pocos meses le tocaba hacer el servicio militar en la marina y unos pocos meses atrás estaba estudiando para trabajar en barcos; ¡menudo marinero que se marea nada más salir del puerto!)
Apagó el walkman al son de las ultimas notas de All I wanna do is see you y se dejó caer en un asiento. Tenía sueño y además si dormía  el viaje se le haría más corto. Antes de rendirse a Morfeo, se sintió satisfecho por poder escapar de casa. Había temído que sus padres pudieran hacerle más preguntas, y que su plan de fin de semana se viese truncado, pero parece que a sus 20 años ya bastaba con decir: “-Me voy, volveré el Domingo por la noche...” “-Cuidate”, es lo único que le respondieron. Ni un "donde vas", ni un "con quien",  etc. Se sintió un hombre adulto ante sus padres y a la vez tan niño ante la vida y ante él ...
Resultó ser un día de invierno soleado. Se despertó en varias ocasiones, estuvo dando vueltas por la cubierta, fumaba, miraba el “Te quiero” grabado en la mesa, comió un bocadillo y se dio cuenta horrorizado que como siempre no tenía dinero (si algo saliese mal, no tenía ni idea de lo que iba a hacer). Volvió a dormir en el asiento abrazándose a si mismo y sonriendo de nuevo ante la idea de que pronto le iba a ver.
Por fin, a las cinco de la tarde estaban maniobrando para atracar al puerto. Las matemáticas nunca se le dieron muy bien, pero la sensación de estar pisando la isla de Pitágoras le hizo pensar que tendría que esforzarse más en sus estudios. Bajó del barco y miró a su izquierda el muelle, buscando esa última roca desde la cual, según sus cartas, ese soldado que venía a ver se sentaba y le escribía escuchando la canción  From the edge of the deep green sea.
Esa era una canción especial; su favorita. El soldadito no era muy fan de The Cure, pero el había logrado hacerle ver la belleza de sus canciones. Cuando cumplieron seis meses Platero le había regalado una camiseta suya, en la cual había escrito la letra de esa canción en la espalda: 
So I try, put your hands in the sky, 
surrender, remember, 
we will be here forever 
and we'll never say goodbye
y en la parte delantera "te quiero"; eso útlimo escrito con su sangre... al recordarlo Platero casi se sintió avergonzado de semejante ocurrencia, pero en aquel entonces tenía dieciocho años y cosas así formaban parte de la cultura gótica en la que se encontraba inmerso. Por otra parte le siguió pareciendo adecuado... su amor por él lo llevaba en la sangre...
Platero sonrió contemplando las rocas y casi se pone a llorar de la emoción y el amor que por un instante sintió que era correspondido. ¡Que absurdas le parecieron sus paranoias en ese momento! Su soldadito le quería a él, solo a él, él era el centro de su universo y su razón de existir.
Miró a su alrededor y localizó el hotel donde iba a pasar la noche. En uno de sus mensajes el soldado le había confirmado que había reservado una habitación allí...

ps. esta es una "memoria" que supongo se concluirá en tres o cuatro partes. Si me gusta la experiencia de escibir mis historias como si de relatos se trataran (y si Alberto no se cansa de corregir mis errores) a lo mejor continuo... ya se verá. Pero vamos esta me la termino ja ja ja :-P

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ale, es una historia real tuya? que bello. Bueno, me imagino que cuando amamos mucho a alguien, si somos inseguros, podemos llegar a pensar que nos engañan o algo así, pero bueno, al final, es solo cuestión de confianza.

Que bueno saber que tiene continuación.

Un beso cielo

Thiago dijo...

Bueno, a mi me ha gustado mucho. Y en parte está de acuedo con mi propio pensamiento... que más dan las infidelidades si tienes su auténtico amor? Un polvo es un polvo, pero el amor es algo único. Yo perdonaría los polvos de mi chico, no que amara a otro... pq entonces que se fuera con el otro. Sencilo, no? jajaja

Bezos. Espero que, efectivamente, siga.

theodore dijo...

Una vez mas, me hallo cariacontecido y divertiasombrado por la conexion bloguera. Se supone que yo tenia que haber leido esta historia, porque en los siguientes Plateros ya te leia aunque no comentara, asi que tuve que leerlo para conocer la historia. Pero no recordaba que se abriera con Stripped, que es mi favorita de Depeche desde siempre y la estoy escuchando ultimamente mucho otra vez despues de años en el abandono...

Y la de Cure no la recordaba pero me la acabo de poner en el curro mientras te comentaba.

SilverSmith Kisses

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