Se sentía algo intimidado entrando solo en el hotel, pero se armó de valor y llegó a la recepción, dijo su nombre, sacó su carné de identidad y después de unos pocos minutos que le parecieron una eternidad le dieron su llave. Platero siempre ha sido muy intuitivo y enseguida se dio cuenta que a pocos metros de él, un señor algo gordito de pelo cano y aspecto desagradable le miraba fijamente. No le dio mayor importancia y se apresuro a subir a la habitación... estaba muy cansado del viaje, necesitaba ducharse y descansar... en menos de una hora su soldado estaría allí. Entró en la habitación dejó su mochila en una silla y entró en la ducha.
Entre el ruido del agua escuchó simultáneamente el sonido de un mensaje en su móvil y el sonido del teléfono de la habitación. Cogió la toalla y salió corriendo a coger el teléfono...
Una voz le habló en tono bajo entre jadeos: “Habitación 215 al final del pasillo. ¿por qué no vienes ....... ” No le dio la oportunidad de terminar la frase.., enseguida se dio cuenta que se trataba del hombre de la recepción, colgó el teléfono y se sentó en la cama
El teléfono volvió a sonar...
Sin saber muy bien porque lo volvió a coger. La misma voz le dijo: “Te pagaré bien, venga...”
Colgó de nuevo gritando: “gilipollas”. Se quedó mirando el telefono pero no volvió a sonar; menos mal. Se levantó para volver a la ducha y decidió no pensar más en el incidente; Su móvil volvió a sonar y se acordó que antes también había sonado. Dos mensajes sin leer de su soldado.
Soldado1 : ¿Estás ya aquí? Dime numero de habitación y subo sin tener que pasar por recepción. Te quiero
Soldado2: ¿Ha pasado algo? Nunca dejas que pase un segundo antes de responder. ¿Está todo bien? Estoy saliendo ahora del cuartel
Se apresuró a responder... Platero: “Estoy bien, es que estaba un poco adormilado. Habitación 211. La puerta estará abierta, entra sin más y despiértame. Yo te quiero más”
En sus paseos por la cubierta del barco, estaba planeando eso: hacerse el dormido para darle a su amante la alegría de despertarle. Sabía que eso le gustaba. Se metió sonriendo de nuevo en la ducha, olvidando por completo el incidente del teléfono, pensando en como iba a ser todo... salió de la ducha, se secó, deshizo la cama dejando solo la sabana bajera. Se acostó desnudo, con la espalda hacia la puerta, la almohada bajo el brazo y se quedó esperando. De repente se acordó que tenía que dejar la puerta abierta para que él pudiera entrar. Caminó hacia la puerta, giró la llave para permitir que se pudiera abrir por fuera, y volvió a la cama.
Debió haberse quedado dormido porque no escuchó la puerta abrirse. Se despertó con algo de miedo porque sentia una presencia en la habitación. No se atrevía abrir los ojos y girarse para ver quien era. Su plan era que su chico tenía que despertarle. Confió en su intuición, su sexto sentido que le aseguraba que la presencia que sentía en la habitación no era extraña. Escuchaba los ruidos inequívocos de alguien que se está desnudando y enseguida sintió su cuerpo responder con una excitación anticipada...
ps. la imágen pertenece a un cuadro de uno de los mejores pintores griegos de los últimos siglos: Yannis Tsarouhis
4 comentarios:
Hay teléfonos que no deben descolgarse nunca, ni puertas que abrirse.
Te recordamos que que el 13 de octubre es el Stairs Day. ¿Tienes ya tu escalera preparada para colocarla en tu blog ese día?
Si soy yo, seguro que quien entró fue el de la receptión, asi es mi suerte jeje
Sí, en mi entrada me refería sobretodo a la segunda opción que mencionas.
@Stultifer: hay siepmre que descolgar los telefonos y abrir las puertas... ¿y si fuera la felicidad?..
este blog ya tiene su escalera preparada :-)
@PrincipeAzulDesteñido: creeme no te gustaría haber sido tu...
ma alegro que estamos de acuerdo :-)
Estaba yo tbm pensando que entro el tipo de la recepción, jajaj. Uf, yo no dejaría jamás la puerta abierta. que miedo, jajaj
Besos cielo
Publicar un comentario