Platero III

un aire caliente pasó por su nuca y oyó su voz, casi un susurro:

-¿Patito, estás dormido? Soy yo... y un beso húmedo en su nuca que le puso la piel de gallina en todo el cuerpo.

Lo sabía –pensó-, era él, su soldado amado... y su miedo inicial dio paso a la excitación y al amor. Se quedó inmóvil esperando el siguiente movimiento. Los besos siguieron por la nuca y la espalda y sintió sus manos intentando girarle para que sus caras se vieran...

Nada más establecer el contacto visual, empezaron a besarse hasta quedarse sin aliento y hacer el amor una y otra vez. Entre medias hablaban, fumaban, le comentó el incidente del teléfono por el cual su chico se mostró muy preocupado y le hizo prometer que a la mínima iría a la policía. También le dió dinero para que pagara la habitación al irse y algo más para el viaje de vuelta. No se sentía mal por eso, su chico siempre le decía que siendo pareja compartían todo y que lo de él también era suyo. A Platero le gustaba esa afirmación, una confirmación que su soldado se sentía comprometido con el.

Las horas pasaron en un abrir y cerrar de los ojos, o eso le pareció, y se acercaba la hora de la despedida... en cuando el soldado miró el reloj y anunció que se tenía que ir, Platero le agarró fuertemente, con sus piernas continuando con un intenso abrazo, haciendo que sus cuerpos fueran uno; le dijo casi entre lágrimas: “Te quiero demasiado, prométeme que no me dejarás nunca”; a lo que el soldadito sonriendo le respondió “No pienso dejarte patito. Yo también te quiero mucho, pero afloja un poco que me haces daño. Además no por estrujarme así, lograrás que no me vaya...”
Su cabeza empezó a dar vueltas, lo sabía.. su chico se sentía atado, obligado a estar con él y ya no le quería... si no fuera así, ¿a que venía esto...? se deshizo de él bruscamente y le gritó a la cara:
- ¿QUE QUIERES DECIR CON ESTO? No podía controlar sus nervios... ¿SOLO ESTAS CONMIGO PORQUE YO NO TE DEJO IR? MIRA, YA NO TE ESTOY AGARRANDO, VENGA, VA, VETE...
El soldado se quedó petrificado... la distancia, el no verle durante semanas, le había hecho olvidar los repentinos cambios de humor de su amado y su ridícula y casi perversa manera en la que siempre interpretaba sus palabras.
- Hey hey calma, calmate... ¿que te pasa de repente?
El resto de los pocos minutos que les quedaban de estar juntos pasaron en un clima de confusión, gritos e insultos... hasta que en algún momento lograron tranquilizarse. Todo se aclaró de nuevo, se fundieron en un abrazo y se besaron. Platero en voz baja le pidió perdón y le dijo que le quería.
Ya eran pasadas las diez de la noche y su soldado tenía que volver al cuartel... ya llegaba tarde y podría ser arrestado, con unos cuantos días sin poder salir. Platero contuvo sus ganas de agarrarle de nuevo y no dejar que se fuera, de escapar con el y desparecer de la faz del mundo en algún lugar donde nadie les pudiera encontrar. Dejó que el soldado se marchara... en el último minuto se acordó del casete y se lo dio.
Se quedó solo en la habitación sin saber muy bien que hacer, que pensar... El sonido de un mensaje en el móvil le sacó del vacío de sus pensamientos.

Soldado: Mi amor, ya entro por la puerta y tengo que apagar el móvil. Esta noche dormiré mejor que todavía tengo tu olor impregnado en mí. Te quiero

Platero: Buenas noches mi amor, no sé como podré dormir aquí hoy solo, pensando que estás a escasos 2 km. Mándame un mensaje cuando te despiertes. Yo te quiero más.

No tenía ganas de salir a cenar. Estaba agotado física y emocionalmente y se quedó dormido enseguida.

El día siguiente se le hizo interminable, se fue a una cabina de teléfono que estaba en el puerto y escribió con un rotulador "Fragile, like a baby in your arms"... otra canción de Depeche Mode que describía perfectamente sus sentimientos. Mandó un mensaje a su soldado diciéndole, que siempre que fuera a la ciudad, utilizará para llamarle esa cabina, que allí le había dejado un mensaje...

(Durante los dos meses siguientes su soldado siempre le llamaría desde esa cabina y sentiría ternura y mucho amor, pero también tristeza y preocupación al darse cuenta que su "patito" parecía destinado a permanecer siempre fragil e inseguro como un bebé en sus brazos...)

Las doce horas del viaje de vuelta en el barco no pasaban. No tenía ganas de volver a su casa dejando su soldado en la isla. Paseando por el barco repasó en su memoria momentos de los más de tres años que habían pasado juntos; la noche que se conocieron, los primeros besos, las broncas, las escapadas los fines de semana, las vacaciones, Milva (su perrita a la que llamaban "hija") y sus planes de futuro. La sensación que algo iba mal volvió como una sombra negra a amargarle el recuerdo de las pocas horas que habían pasado juntos... Aquellos breves instantes en la habitación del hotel en la isla le parecían ya un recuerdo lejano... Pensó en la locura que había cometido viajando 24 horas en barco en pleno invierno, sólo para verle durante unas escasas tres horas...
¿habría hecho su soldado lo mismo por él?